La última edición de los premios Oscar puso el foco sobre ElBrutalista, una oda a la arquitectura brutalista nacida tras la Segunda Guerra Mundial. La película, ganadora de tres galardones, ha sido ampliamente elogiada en la industria cinematográfica. Sin embargo, al igual que el concreto y sus formas geométricas crudas, ha sido objeto de controversia en la crítica arquitectónica. Entre amores y odios, el brutalismo sigue vigente, inspirando nuevos estilos y reinterpretaciones.

A través del lenguaje cinematográfico, El Brutalista expone el simbolismo detrás de este movimiento. Adrien Brody, en su segundo Oscar, encarna a LászLó Toth, un arquitecto judío húngaro sobreviviente del Holocausto. Su viaje, desde la persecución en Europa hasta la búsqueda de renacer en Estados Unidos, lo lleva a diseñar muebles tubulares en la tienda de su primo antes de recibir el encargo de una biblioteca para un acaudalado cliente. Este proyecto se convierte en su oportunidad para resurgir, retomando la estética que lo distinguió en Austria-Hungría con diseños de sinagogas, teatros y restauraciones.

El encargo se transforma en algo aún más ambicioso: un centro comunitario de 78,967 metros cuadrados en el condado de Bucks, Pensilvania. Cada estructura—el auditorio, el gimnasio y la capilla cristiana—plasma las heridas de su pasado, convirtiéndose en una manifestación tangible de su historia. "Mis edificios se diseñaron para soportar la erosión de la frivolidad", declara Toth al empresario Van Buren antes de iniciar la megaobra.

Brutalismo: del pasado al presente

El brutalismo nació en el Reino Unido a principios de la década de 1950, en un contexto de reconstrucción tras la guerra. La escasez de materiales como la madera y el metal llevó a una arquitectura enfocada en la estructura y funcionalidad, dejando atrás elementos decorativos. Así, el concreto emergió como protagonista: abundante, resistente y accesible.

Pioneros como Alison y Peter Smithson defendieron un aética de diseño en la que la estructura y el material debían hablar por sí mismos, sin recubrimientos ni ornamentos. Las construcciones brutalistas destacan la solidez del concreto, con formas imponentes y volúmenes geométricos que transmiten carácter y funcionalidad.

Hoy, la influencia de este estilo sigue presente en el interiorismo y el diseño arquitectónico, evolucionando hacia la tendencia del 2025:Neo Brutalismo. Las construcciones de formas simples, el uso del concreto en combinación con acero y vidrio, y el minimalismo funcional han tomado fuerza. Esta estética, lejos de ser una mirada al pasado, se convierte en un manifiesto de diseño sostenible, donde cada material cumple un propósito y el desperdicio es reducido al mínimo.

Piso vinilo DT 6603 - proyecto en Bogotá diseñado por el arquitecto Julián Pérez

El brutalismo renace como una celebración de la autenticidad y la funcionalidad, valores que definen la evolución del diseño contemporáneo, integrando materiales como el acero, el vidrio y, por supuesto, el concreto en su versión más versátil: pisos vinílicos tipo concreto. En d’floor, creemos en la fuerza del diseño para transformar espacios, y por eso nos emociona ver cómo nuestros productos han sido parte de proyectos que abrazan esta filosofía.

Uno de estos proyectos, desarrollado en Bogotá, es un claro ejemplo de cómo el brutalismo evoluciona sin perder su esencia. La textura, el carácter y la presencia del concreto se mantienen, pero con la innovación de materiales que permiten mayor versatilidad y funcionalidad.

En d’floor, no solo ofrecemos superficies, sino experiencias que conectan con la historia del diseño y la arquitectura. Queremos seguir explorando cómo las tendencias actuales pueden integrarse de manera orgánica en los espacios que habitamos.